En el Oriente Lejano, desde Japón a China y hasta
Egipto, se conocía esta técnica hace milenios.
La técnica de teñir las telas con índigo llegó a
Europa después de los grandes descubrimientos del Siglo XVI. Hasta esta fecha
en Europa, principalmente en Francia, utilizaban el isatide (Isatis Tinctoria)
para teñir las telas. Fueron los embajadores de la India quienes trajeron
consigo las primeras telas teñidas con índigo como regalo a los reyes de Francia.
Esta tela con motivos exóticos se puso tan de moda en el siglo XVII entre la
nobleza francesa, que pronto se expandió por Europa a pesar de querer
monopolizar y restringir su comercio.
En su expansión por Europa ayudaron los
hugonotes, que debido a la persecución a la que estaban sometidos en la Francia
de la segunda mitad del Siglo XVII, debían abandonar sus casas y buscar una
nueva vida en el extranjero. La técnica llega al Centro de Europa a los países de
Austria, Hungría, Chequia y Polonia a través de Turingia.
A parte de la típica combinación de motivos blancos
sobre fondo azul de índigo, también se usaban los colores amarillo, rojo y
azul. En estos países se popularizó su uso principalmente entre la gente rural,
formando parte de la creación de vestidos típicos folklóricos.
La tradición
en Hungría
La tradición del teñido de telas con índigo llega
a Hungría en el Siglo XVIII de la mano de artesanos alemanes. A consecuencia de
esto las primeras fábricas empiezan su trabajo en pueblos de habla alemana. Al
ser una profesión muy disciplinada desde el punto de vista de tener que pagar
los impuestos debidamente y que sus productos habían ganado cierta popularidad,
muchas localidades estaban ofreciéndose a los artesanos para instalarse en sus
ciudades. Gracias a esto en el comienzo del Siglo XIX ya existían más de 100 fábricas
por todo el país. Cada uno de estos talleres guardaba los secretos de las fórmulas,
los productos que utilizaban para el encerado de las telas y los motivos con
que decoraban las telas una vez teñidas.
Sin embargo, el desarrollo de este negocio se vio
afectado por la crisis económica mundial de los principios del Siglo XX. La
fabricación masiva de productos parecidos procedentes de Austria, seguido por
las dos Guerras Mundiales socavaron esta bella profesión. La mayor parte de las
fábricas cerraron durante la ocupación rusa y los moldes de los motivos se
perdieron en estos tiempos turbulentos.
Las telas
teñidas de índigo hoy en día
Hoy en día esta preciosa tradición y profesión centenaria
parece haber ganado la guerra y sobrevivir y sus productos cada vez son más
populares entre la gente moderna. Ahora en Hungría hay 3-4 fábricas en
funcionamiento, conservándose gracias al traspaso familiar, que utilizan aún
los métodos y motivos tradicionales, pero están abiertas a nuevas técnicas que
aportan calidad a su profesión.
En el Centro de Europa el único museo de la profesión de
teñido de telas de índigo se encuentra en la localidad húngara Pápa. Gracias a
la labor conservadora de los habitantes de esta localidad, en 1962 convirtieron
una de las fábricas más históricas del país, la de la familia Kluge, en un
museo que hoy en día rinde un merecido homenaje a esta tradición milenaria.
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